ANTIKYTHERA

En 1901, un grupo de científicos recuperó los restos del naufragio de un barco romano cerca de la isla griega Anticitera.

Entre la gran cantidad de obras de arte y esculturas helénicas halladas, el arqueólogo Valerios Stais encontró un engranaje metálico muy corroído; el primero de los 81 fragmentos que serían ubicados posteriormente y que conformarían uno de los mecanismos más interesantes de la historia.

Para su estudio se organizó el proyecto Antikythera, dirigido por un equipo de científicos griegos e ingleses que se encargaron de estudiar, reconstruir, datar y analizar el funcionamiento del dispositivo.

Al examinar en detalle las piezas y las letras en su superficie, se ubicó su fecha de creación entre los años 150 y 100 a.C.; se logró realizar una reproducción fiel en bronce y finalmente armar el mecanismo, cuya complejidad se creía imposible para esa época.

Aunque existen varias teorías, la mayoría de los científicos concuerdan en que este aparato es una calculadora astronómica muy precisa, capaz de predecir la posición del sol y la luna, la órbita de los planetas Venus y Mercurio, las fases lunares y los eclipses solares y lunares, usando los modelos epicíclicos de Hiparco y Apolonio de Pérgamo.

La información brindada por el mecanismo de Anticitera no sólo permitía el desarrollo de los estudios astronómicos, sino que tenían una aplicación en la vida cotidiana: en la Grecia antigua, las fechas importantes eran establecidas según los astros, así como los festivales agrícolas y religiosos. De estos eventos, probablemente el más conocido es la celebración de los Juegos Olímpicos, cuya fecha de inicio correspondía a la calculada como la última luna llena antes del solsticio de verano, cada cuatro años.

Izq. Engranajes recuperados del barco romano. Der. Réplica en bronce del Mecanismo de Anticitera.

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